viernes, 19 de septiembre de 2008

PESCADO

Tengo un pescado en el congelador. Me da tanta pena verlo así. Estupefacto y frio, inmóvil, con los ojos lechosos, perdidos, tan sin vida, tan incapaz de manifestarse. Fue inmediato; lo saqué del congelador, preparé una toalla húmeda con sal y algas, lo envolví, lo besé y lo dejé a que se descongelara sobre un plato. Después junté todas las medicinas caducas del botiquín, hice un licuado con ellas y añadí cerveza, jugo de limón y abono para plantas; disolví la mezcla en el agua del retrete y llevé al pescado hacia el recipiente. Lo deposité cuidadosamente en aquél líquido benéfico y esperé.

El pescado se reconstituye, se insufla de sustancia vital, la absorbe, transforma y finalmente, se manifiesta.

Un pez nada el retrete.

2 comentarios:

Roberto N. dijo...

No es un pez, es una hez quien nada en tu baño. Jálale.

Chef Herrera dijo...

pero tiene ojos...aparte ya le jalé y no se va.