viernes, 26 de septiembre de 2008

FETO

Perdieron a la criatura hacia el cuarto mes de embarazo. El corazón fue perdiendo fuerza hasta que dejó de latir. “Viene con deformaciones serias”, advirtió el médico, pero después de años intentándolo cualquier cosa era aceptable. El ecosonograma reveló malformidades y análisis de la química sanguínea mostró comportamientos erráticos de las funciones vitales. No había duda: el producto venía mal. Empero, la ilusión de la pareja no decaía ante la circunstancia y esperaron el fatal momento, como quien lleva un ser humano saludable en el vientre. Una madrugada dejó de moverse, ya no lo sentía. Él no estaba en casa esa noche. Ella iba a decirle que se quedara, pero pensó que era una tontería. Cuando salió tuvo ese horrible presentimiento y lo dejó disolverse entre el curso normal de las cosas, lo sucedáneo, lo que venía ocurriendo desde hacía cuatro meses. Se despertó vomitando. Un flujo de sangre salió de la vagina y marcó el fin del embarazo. Corrió al baño. Sintió contracciones, después el dolor la obligó a postrarse. Se llevó las manos a la parte baja del abdómen y una sustancia viscosa y gris comenzó a emerger. El dolor es intenso. Grita pero nadie la escucha, está sola. Está palida y respira agitadamente. De pronto se rompe el ombligo y comienza a sangrar. Coloca una compresa de papel sanitario sobre la herida pero no puede detener la hemorragia. Está tirada en el suelo. Una masa sanguinolenta y aún palpitante sale de la vagina; la jala, los tejidos se distienden, grita. La criatura muerta está sobre el tapete, envuelta en el saco amniótico. El sangrado continúa, su intensidad ha disminuído. Después de un rato se incorpora, mete a la criatura en una bolsa de plástico y tambaléandose sale de la casa. Arroja la bolsa al bote de basura y vuelve a la recámara. Solo faltan unas horas para que amanezca. El barrio se encuentra silencioso y solo una brisa húmeda mueve las hojas de los árboles. Se recuesta en la cama. Tiene la presión baja y se encuentra confundida. No tiene tiempo para estar triste o asustada, aún no termina de comprender lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo. El sangrado ha vuelto. Esta vez no puede contener la hemorragia. Ya no tiene fuerza. Afuera, los gatos rompen la bolsa y destazan el cuerpecito.

3 comentarios:

Ñets dijo...

¿Cómo se ve un empleado de oficina a punto de echar la lágrima una mañana de viernes?
Te la mamaste. Estuve a punto de chillar. Lo digo en serio, aunque me da vergüenza aceptarlo. Como el masoquista calado que soy, sólo te pido un texto como éste más seguido. ¡Otro, otro, otro!...

Anónimo dijo...

que bonito cuento, creo que podrias hablar de lo hermoso que es la vida y la maternidad en vez de poner las cosas de esa manera tan grotesca, aparte tu no has pasado por eso no eres mujer y no deberias hablar asi. blogs como el tuyo no deberian dejarlos que se publiquen.

Chef Herrera dijo...

oraaaaaleeeeee.....
Pinche loca.
Me voy a jetear, llegué bien pedo de una cata de vinos italianos, leo el blog y ASO MADRE. Tienes problemas. ¿Has oido hablar de los ansiolíticos? Tu cerebro requiere una revisión psiquiátrica inmediata y exhaustiva. Por supuesto que no hay solución, pero inténtalo: es mejor vivir mintiéndose a uno mismo que perder la esperanza.
Jódete pendeja.