El drenaje profundo de la ciudad se tapó. El proceso fue gradual pero un día sencillamente todo el sistema dejó de funcionar. Como un infarto masivo al corazón.
Al principio los insectos emergían de coladeras y registros de drenaje; se creyó una epidemia, pues escarabajos, cucarachas, tijerillas y toda clase de artrópodos salían por la taza del baño y la tarja de la cocina. Luego las hormigas invadieron las tuberías eléctricas y llegó un punto en que no hubo veneno capaz de matarlas a todas, y para complicar el cuadro, el resto de los insectos encontraron en la abundancia de hormigas una magnífica oportunidad para festejarse. Después de un tiempo no pudo controlarse la reproducción de los insectos y ya era habitual vivir con ellos: encima, debajo, alrededor y entre cientos de especies de artrópodos no había hueco donde no hubiera una clase de insecto. Después comenzó a invadirnos el olor. Y no pasó mucho tiempo hasta que de las alcantarillas comenzaron a brotar mierda y orines. Fue como una inundación y una invasión; la materia emerge lenta y amenazadoramente, tomando las calles y entremezclándose con la basura y el polvo. La mancha oscura invade las avenidas y es inicialmente contenida por el reborde de las banquetas. El flujo, como un magma negruzco y burbujeante, avanza despacio pero no hay manera de detenerlo. Los efluvios pestilentes se dispersan en mareas aéreas que penetran todo. El hedor es intenso y hace que la clorofila de las plantas se perturbe e interrumpa su verdor. De pronto, el cielo oscurece: nubes de moscas y langostas llegan a la ciudad y se posan sobre el manto móvil de excremento. De la tierra de parques y jardines emergen escarabajos y corren a esconderse en el flujo fecal. La gente permanece oculta en sus casas, las calles tiemblan, la vida continúa. Lombrices cada vez mas grandes se asoman, nadan y chicotean entre los ríos densos y oscuros de suciedad. Algo ocurre ahora: se desata una lucha entre escarabajos, lombrices y cienpiés. Se devoran entre si, arrancándose segmentos, patas y antenas. Pájaros oscuros y pequeños sobrevuelan el escenario y se abalanzan sobre estas criaturas, las toman con el pico las garras y las comen. Las moscas y langostas se hacen más grandes; los cuerpos blandos de las lombrices desarrollan una coraza dura y escamosa. Los insectos triplican su tamaño, sus garras y mandíbulas son como el acero y ahora tienen glándulas venenosas. Comienza una tormenta eléctrica. La atmósfera es alterada con ráfagas de viento, lluvia y granizo, relámpagos electrifican el ambiente y los truenos sacuden a la masa de insectos que crece y se transmuta en animales nunca antes vistos. Animales domésticos intentan escapar pero son alcanzados por hormigas y escarabajos que los devoran en segundos. La batalla en los ríos de mierda continúa; algunas especies han sido eliminadas, otras crecen y se hacen más fuertes. Del fondo de los flujos se concentran en formas globulosas sustancias que comprometen materia proteica, minerales, fibras y grasas. Al principio son devoradas por los insectos, pero al cabo de un tiempo desarrollan una cubierta calcificada que luego crece y adquiere propiedades flexibles. Dentro de esta esfera y con la ayuda de la electrificación proveniente de la atmósfera, se consolidan los materiales en un cuajo pulsátil amorfo. Luego toma una cierta forma ovoidal y se segmenta. Al tiempo que absorbe nutrientes del medio, la coraza de carbonato se fractura y se adhiere a los segmentos de materia suave subyacentes. Ahora es un animal acorazado, con garras, dientes, patas poderosas y antenas. Nada, asiendo y mordiendo cuanto animal se le cruza. Sale de la mierda y sube a las banquetas, luego escala paredes, rompe ventanas y se introduce en casas, departamentos y oficinas. Busca la sangre del hombre, pues una parte de su ser es humana: semen humano ha contribuido a su formación. Cientos de estos seres acorazados salen de los ríos de excremento y buscan atacan seres humanos. La gente corre, desesperada, resbala cae en los calles muere despedazada por un millar de insectos enormes hambrientos. El crepitar de los artrópodos hace temblar los edificios los árboles, se rompen las ventanas calla el canto de las aves la atmósfera turbia tan densa y oscura tan llena de agua nubes truenos y rayos; insectos vuelan luchan con pájaros estos caen sucumben, abajo un infierno gestándose abriéndose naciendo, un demonio fragmentado en millones de insectos toma las calles, los parques, los cielos, la tierra toda pronto habrá de desaparecer la maldad está aquí, ha llegado a tomar posesión.
Y si lo intentamos de nuevo (?)
Hace 7 años
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