jueves, 28 de agosto de 2008

CAMIÓN (1)

Iba el otro día en el carro rumbo al trabajo, manejaba detrás de un camión urbano. En un semáforo, alcancé a leer, tallado sobre el polvoso vidrio trasero, una leyenda: “el mamador”. Cuando el semáforo se puso en verde, rebasé al camión, me puse justo a un lado del chofer y le vi la cara; un tipo regordete, la cara aplastada, bigotón, nariz redonda y cabeza como entre un melón y una sandía manejaba enfáticamente su vehículo. Arrancamos. Me fui a su lado, siempre observando al chofer. Otro semáforo nos detuvo y yo, justo a su lado y sin quitarle la vista de encima, me reventé en risas, como un montón de globos desinflándose y rompiéndose uno detrás de otro. El chofer se me quedó viendo, hizo una mueca y un gesto que no pude ni quise descifrar y finalmente ambos arrancamos. Yo me quedé inmóvil frente al semáforo que ya estaba en verde, los carros detrás de mí pitando histéricamente. Nunca lo supo y dudo que algún día se entere. Hasta el día de hoy, no olvido su rostro y aún no paro de reír.

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