miércoles, 27 de agosto de 2008

NACIMIENTO

Comencé a rascarme atrás de la cabeza, en un punto donde creo tenía un piquete de mosquito. Seguí rascándome, pues el prurito se recrudeció. Estoy sangrando. La molestia sigue. Mis uñas, repletas de sangre pelo piel viva. Un hilillo de sangre cálida escurre por el cuero cabelludo, baja por el cuello resbala por la espalda. No soporto la comezón, la necesidad de rascarme se ha vuelto histérica. El área donde me rasco se inflama. Crece. El cabello alrededor cae. Sigo rascándome. Las llemas de mis dedos se ensanchan, ámpulas enormes repletas de jugos purulentos, de pronto estallan: el líquido se volatiliza, transformándose en gas nocivo. De mis manos solo quedan huesos que rápidamente se pulverizan. Los músculos de mi cabeza palpitan, arterias envían sangre a el crecimiento que ahora muestra una red arteriovenosa que protruye y palpita. La piel se estira. Venas se distienden, y, empujadas por el tejido graso subyacente, se revientan. La sangre sale eyectada y escurre, y luego de una palpitación repentina y violenta, la bola de piel con arterias estalla. La piel se abre y gotas de sangre salen expelidas a tal velocidad que se fragmentan, volviéndose rocío. Detrás viene el tejido subcutáneo, amarillento, denso. Trozos de vasos sanguíneos, músculos hueso craneal; sinfonía de partículas líquidos que giran sobre sí mismas, distienden la atmósfera impactan paredes sillas techo piso ventanas, el cerebro se desenrolla disuelve en el aire, mantequilla intelectual olvido total; yace el cuerpo los ojos en blanco la boca abierta, y de aquél agujero en la cabeza un pequeño demonio ha eclosionado: libre, vuela hacia el cosmos.
A un costado del cuerpo una escopeta percutida contempla, con su ancho y largo ojo obscuro, el rostro bañado en sangre y el cráneo destrozado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

escatológico, lógico