Tengo que estar lavándome las manos constantemente. Secreto una sustancia nociva, ácida. Una especie extraña de larva amazónica anidó por debajo de la piel de mis manos, se reprodujo y transformó en cadena de glándulas epidérmicas interconectadas que producen y eyectan un bálsamo exótico nunca antes descrito. Con solo contraer los músculos, ocurre la eyección. Al contacto con otras personas, se suscitan accidentes; la gente se enferma, el color de su piel cambia y su sangre termina infectada con ponzoña desconocida y sin antídoto. Si toco el pelo, se cae. Si saludo a alguien desde la distancia, esa persona sufre convulsiones, entra en coma y muere. Si toco metal, se corrompe en óxidos malignos. Si froto los genitales, recibo de inmediato afección venérea.
Diseñé guantes especiales de asbesto, fibra de carbón, nopal deshidratado y bióxido de titanio, pero la secreción traspasó el entramado molecular de aquella protección y la infección se diseminó por el ambiente. La gente tose, se contrae y envejece cuando pasa a mi lado. Además, pierde la audición y comienza a hablar en lenguas arcáicas. Quienes los observan se tapan la boca, los ojos, y regresan a casa y ahí terminan postrados en un camastro sucio donde, en cuestión de horas, terminan convertidos en polvo. La secreción de mis manos modifica la atmósfera, expande sus gases y los trastorna. Crea a su alrededor un halo de gasificación que enferma y disuelve todo lo que toca.
De nada sirve lavarme las manos; el compuesto disuelto en el agua rompe las tuberías y corrompe el subsuelo.
No se qué hacer.
La única opción es cortarme las manos. Es por el bien de todos. Lamento tener que hacer esto. Lo haré esta misma noche.
Y si lo intentamos de nuevo (?)
Hace 7 años
1 comentario:
SUSTO!!!!!!
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