domingo, 22 de febrero de 2009

SABIO


Nadie sabe cómo se llama, quien es o de donde viene. Vive dentro de la bolsa de un canguro que viaja por las montañas. Se alimenta de lo que recoge: bayas, frutos, hongos, insectos y musgo. Es mudo, tímido y el canguro lo lleva de aquí para allá, a través de bosques, páramos, cañadas y por la escarpadura de la gran cordillera. Al canguro y al sabio los siguen una parvada de aves exóticas comandadas por un cuervo gigante. Cuando el sabio se encuentra listo para decir algo importante, el canguro se detiene, el hombrecillo asoma la cabeza (nunca sale por completo, pues está desnudo y le da frío) y los pájaros bajan y se reúnen a su alrededor. El cuervo da la órden y todos guardan silencio. El viento deja de soplar y las hojas de los árboles se mantienen a la expectativa. Todo se detiene. Entonces el sabio se concentra y piensa, y sus pensamientos son transmitidos a los pájaros, quienes convierten y amplifican las ideas del hombrecillo en graznidos, gritos y chiflidos de tantos tonos y texturas que resulta imposible discernir el mensaje. Entonces el cuervo lanza un graznido constante, las aves lo copian y entran en sintonía y toda su gritadera vibra en una misma frecuencia; solo así puede escucharse el mensaje del sabio. Al final, las aves callan. Vuelve a soplar el viento. El hombrecillo cae dormido, las aves levantan el vuelo siguiendo al cuervo gigante y el canguro se va, llevándose al sabio hacia la profundidad de las montañas.

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