domingo, 2 de agosto de 2009

JUZGAR


Hay cosas que verdaderamente me emputan. Una de ellas es juzgar a alguien, en términos personales, por lo que escribe.
No mames.
¿Me conoces?
No.
Ni tantito.
Eres incapaz de crear un esquema sencillo, rápido y medianamente acertado sobre mi personalidad.
Sabes tan poco de mí.
Puedes decir: "tu punto de vista, tu comentario, tu opinión, son una pendejada".
Pero ir más allá y decir que soy un pendejo por lo que escribo, es cosa de gente mentalmente limitada, simplona y aburrida.
Te pongo un ejemplo; me cagan los vegetarianos. Son unos perfectos estúpidos. Ignorantes, anacrónicos, lamentables ejemplos de humanidad, decadente ministerio de pendejez, mediocridad y reducción neuronal. Sin embargo, cuando llegan a mi restaurante, los atiendo como a cualquier persona: ofrezco un menú especialmente diseñado para ellos y, mientras no violen ciertos códigos de comportamiento y etiqueta exigidos por el restaurante, son tan bienvenidos como cualquier otro comensal. Aquí no hay discriminación de ningún tipo: si bien no todos somos iguales, el trato es parejo. Soy un profesional, no un enloquecido flemático y absolutista que reacciona con volatilidad y emergencia ante situaciones perfectamente negociables y correspondientemente cotidianas.
De toparme con fanáticos religiosos, vegetarianos, perredistas o amantes del futból, solo intento reducir la experiencia a un encuentro saludable con seres humanos, no con sus opiniones o posturas. Eso es irrelevante. Si quieres decir algo importante, escribe un libro o párate a protestar frente al edificio de las naciones unidas con una altavoz de pilas y una pancarta. Acá, en la vida real, la de todos los días, vivimos seres humanos reales, cotidianos, que valoramos la experiencia inmediata y no la reducimos a opiniones pasajeras, modas o sermones dominicales: aquí la vida tiene un valor instantáneo y se pelea, se construye en minutos y horas, y cuando termina el día, juntamos todo en un chiquihuite y lo almacenamos en el recuerdo y vemos que tan lejos llega.
Por esa razón y otras tantas, pendejos gonorréicos sifilíticos infectados de chancro, orquitis y putrefacción de la vulva, la próstata y el cerebelo, si quieren opinar sobre mi persona, vengan a mi restaurante a conocerme, y entonces, platicamos. En el entretanto, váyanse muchísimo a la recontrachingada purulenta e inflamada madre, malditos estúpidos ignorantes habladores imbéciles.
Cállense.
Muéranse.
Evapórense.
Disuélvanse en un charco de esperma virulenta y defecación satánica.

7 comentarios:

Herr Boigen dijo...

encantandor juicio
estoy totalmente contigo!

ensenado dijo...

Ya le extrañaba por aquí Chef.
Tiene la boca atascada de razón....otra vez.

trabbucles dijo...

que tal chef, es la primera vez que comento en tu blog
quizas no pueda decir que "te conozco", puesto que nos hemos visto un par de ocasiones con el vcr, pero con eso puedo decir que lo que aqui dices es completamente tu personalidad, duro y directo...
bien hecho...

Chef Herrera dijo...

lo hacen enojar a uno, coño.

Eichelmann dijo...

Jolly, Jolly, Jolly Good Show

Nahuil dijo...

hasta que veo algo sensato.

Chef Herrera dijo...

hola Katy. Este es mi blog viejo. Checa el nuevo: http://chefherrera.tumblr.com/

¡saludos!