martes, 28 de julio de 2009

ACCIDENTE


Fui el primero en llegar. El cuerpo estaba boca abajo, con la cara sobre el asfalto y las piernas rozando la banqueta. Coloqué veladoras a su alrededor. La calle luce vacía, las farolas rocían luz, lejos se escucha un auto. Tiene el cráneo destrozado; parte de la masa encefálica se esparce, licuada, sobre la calle. La llama de una veladora se alza para mirar. Tiene un brazo doblado, debajo del pecho. El otro está cercenado: cortado desde el codo, no puedo ver el antebrazo. Por ahí debe andar. Ladran perros en un patio cercano; una luz se enciende, alguien se asoma. La sangre escurre y avanza lenta hacia el centro de la avenida.


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