sábado, 16 de mayo de 2009

MALDICIONES 3



"Por no haber servido al Señor, tu Dios, con alegría y generosidad en tu abundancia, servirás al enemigo que mande el Señor contra ti: en hambre y sed, desnudez y miseria total. Él te pondrá en los hombros un yugo de hierro, hasta exterminarte.
El Señor alzará contra ti una nación lejana -se lanzará sobre ti como buitre desde los confines del orbe-; una nación de lengua incomprensible, nación cruel sin respeto para el anciano y sin piedad para el muchacho; que devorará el fruto de tu ganado y el de tu suelo; no dejará rastro de tu trigo, tu mosto y tu aceite, de las crías de tu ganado y el parto de tus ovejas; te sitiará en todas tus ciudades hasta que se derrumben las altas y sólidas murallas que creías tu seguridad en toda tu tierra, te sitiará en todas tus ciudades, por toda la tierra que va a darte el Señor, tu Dios, y te comerás el fruto de tu vientre, la carne de los hijos e hijas que te haya dado el Señor, tu Dios, en la angustia del asedio con que te estrechará tu enemigo. El más refinado y exquisito mirará con envidia a su hermano, a la mujer que se acostaba en su seno y a los hijos que le queden, por tener que repartir con otros la carne del hijo que se coma, al no haberle quedado ya nada, en la angustia del asedio con que te estreche tu enemigo, en todas tus ciudades; la más refinada y exquisita, la que jamás e aventuraba a posar la planta del pie sobre la tierra, de tanta finura y exquisitez, mirará con envidia al hombre que se acostaba en su seno, a su hijo y a su hija; a la placenta que le sale entre las piernas y al hijo que acaba de parir, que querría comérselos a escondidas, al faltarle todo, en la angustia del asedio con que te estreche tu enemigo, en todas tus ciudades. El Señor te producirá a ti y a tus descendientes heridas impresionantes, tremendas y enconadas, enfermedades malignas y crónicas; él volverá contra ti las epidemias egipcias que te horrorizan y te las pegará, y todas las enfermedades y heridas que no aparezcan en el código de esta ley también las lanzará contra ti, hasta exterminarte. Pocos serán los que queden, después de haber sido numerosos con las estrellas del cielo, por lo haber escuchado la voz del Señor, tu Dios. Y el Señor gozará destruyéndote y exterminándote; serás arrancado de la tierra adonde vas a entrar para tomarla en posesión, y el Señor te dispersará entre todos los pueblos, de un extremo a otro de la tierra, y allí darás culto a dioses extranjeros de piedra y leño, desconocidos de ti y de tus padres; no descansarás jamás en esos pueblos, no reposará nunca la planta de tu pie; el Señor te volverá allí asustadizo, ciego y cobarde; vivirás pendiente de un hilo, temblarás día y noche, no vivirás jamás seguro; por la mañana dirás: 'Ojalá anocheciese', y por la tarde, 'Ojalá amaneciese', por el pavor que estremecerá tu corazón, por el espectáculo que verán tus ojos. El Señor te hará volver a Egipto y allí serás puesto en venta como esclavo a tus enemigos, y no habrá comprador.
Y todo esto te ocurrirá si no pones por obra todos los artículos de esta ley, escritos en este Código, temiendo ese nombre glorioso y terrible, "El Señor, tu Dios, YAWHVÉ".

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