Naufragé. El barco hizo agua y se fue a pique. Me aferré a un salvavidas hasta que el cansancio me venció. Resignado, solté el artefacto y esperé el fatal desenlance. Pero después de un buen rato me di cuenta que no me hundía. Floté, sin ningún esfuerzo. Al zambullirme regresaba a la superficie. De todas maneras pensé que moriría, pues en menos de una semana la sed acabaría conmigo. Pero no fue así; desesperado, comencé a dar sorbos de agua y esperé terrible y dolorosa muerte. Pero nada ocurrió. Mi sed fue saciada y oriné como cualquiera. También tuve hambre, y así probé con toda suerte de cosas que hay en el mar; algas, plancton, peces pequeños y camarones: mantienen mi sistema digestivo ocupado.
Floto en el mar. Me dejo llevar por las corrientes. Me alimento de lo que encuentro y soy feliz.
No quiero volver a tierra.
2 comentarios:
Me ha gustado mucho, la simpleza pero transmite tanto :0
Que amable.
La sencillez y brevedad en la descripción son dos elementos fundamentales para intentar captar la esencia de las cosas.
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