¡Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el que vive tranquilo con sus posesiones, para el hombre contento que prospera en todo y tiene salud para gozar de los placeres!
¡Oh muerte, qué dulce es tu sentencia para el hombre derrotado y sin fuerzas, para el que tropieza y fracasa, para el que se queja y ha perdido la esperanza!
No temas tu sentencia de muerte; recuerda a los que te precedieron y te seguirán.
El hombre es un soplo en un cuerpo.
3 comentarios:
¡¡¡jajaja, todo un poema!!!
Muy bueno.
Ponga uno también para la muerte de las vacas....
Ok, no es un poema. Es una cita extraída del libro del eclesiastes.
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