En aquella cueva que está en lo alto del cerro vive una multitud de humanoides alados. Vivían contentos pero un día un mago subió y aprovechando que dormían les cortó la cabeza. Desde entonces los cuerpos vuelan tontamente por todas partes, golpéandose contra árboles y rocas. Abajo, en lo más profundo de una cañada oscura, se encuentran apiladas las cabezas; pegan de gritos día y noche, en espera de que sus cuerpos bajen a recogerlas.
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