miércoles, 29 de abril de 2009

SUMMER GLAU

Y yo soy Summer Glau, y voy a matarlos a todos nomás porque tengo pistola y estoy bien buena!

CLINT EASTWOOD

¡Estúpido! ¿Sabes qué tengo aquí? una .44 magnum, y voy a darte de comer plomo. ¡Híncate y abre la boca! Yo soy Clint Eastwood y tu estás muerto.

lunes, 27 de abril de 2009

CHARLES BRONSON


Muéranse todos, ahora.
¡Pendejos!
Soy Charles Bronson.

domingo, 26 de abril de 2009

SUPERMERCADO


Siempre que voy al supermercado ocurre algo. Lo más común es encontrarse a alguien conocido; un cliente, familiar, amigo. También es frecuente tener problemas con gente en la caja, desde clientes hasta los mismos cajeros. Ir al súper es toda una aventura. De la misma forma, es habitual toparse con alguien que, viéndote en uniforme, pregunte sobre tal o cual receta o corte de carne. Ese día llegué al departamento de pescados. Me recargué sobre el mostrador, saludé al desapachador y ordené dos kilos de salmón, dos de bagre y uno de camarón. A mi lado, una señora joven esperaba su turno. Ya sabes, de esas chavitas que se acaban de casar y no saben una chingada de nada. Cuando el empleado la atendió, pidió cierta cantidad de barritas de surimi. Ella me ve y sonríe. Detrás, otra señora, notablemente mas vieja y gorda nos mira. Llega el despachador con el surimi y la señora pregunta, -¿oiga, y ese cómo se prepara? -a lo que el despachador responde: no, ese ya viene cocido. La señora se le queda viendo y pregunta de nuevo, -¿se hornea? -no sé, responde el empleado. La señora vieja y gorda que está detrás interviene: -no, mija, a este se le pone mayonesa, nomás. -La joven señora, incrédula, pregunta si realmente no hay que meter el surimi al horno, ¿osea, se come crudo? Pero la gorda ya no dice nada, solo alcanza a sonreír. Entonces todos reímos, incluyendo el dependiente.

Tonta.


jueves, 23 de abril de 2009

GUEVARA

martes, 21 de abril de 2009

CONJURO


Llegó un loco barbado al restaurante donde trabajo. Colgó su bastón en el perchero, tomó asiento, sacó una biblia y la colocó sobre la mesa, pero al revés. Se puso unos lentes y comenzó a leer. Pronto nos dimos cuenta que hablaba en un idioma arcaico, perdido. Su voz era densa, profunda y su lectura constante, sin pausas. Comenzaron a salir insectos de los contactos de luz y los mosaicos del piso temblaron. Después se formó un humo picante que nos dañó los ojos y nos hizo toser. El hombre seguía leyendo, cada vez más fuerte. La plaga de insectos desgarraba nuestra piel, el local temblaba. Y no podíamos callarlo. Nos llenamos de úlceras, y de las llaves de agua salía sangre. Del retrete emergieron ranas, cientas de ellas, e invadieron el comedor. La concurrencia gritaba, la gente hacía aspavientos para quitarse los mosquitos y las langostas y pateaba el suelo para deshacerse de las ranas. Entonces se desató una tormenta terrible dentro del restaurante: el granizo hería nuestra piel, rayos zigzagueaban desde el techo electrocutando comensales y el agua era tan densa que apenas y podíamos caminar. Luego cayó sobre nosotros la tiniebla, y la desesperación nos envolvió. El loco seguía leyendo, con voz de trueno y levantando una mano con el índice apuntando hacia el cielo, y no había manera de callarlo. Así fue cómo uno de los cocineros tomó un rodillo de panadería, se hizo camino entre ranas, cadáveres y lluvia, se le puso enfrente y le dió duro y fuerte en la cabeza. Los insectos cayeron al suelo, fulminados; se despejó el humo y dejó de temblar. Las ranas huyeron al drenaje y la tormenta cedió. Arrastramos el cuerpo del sujeto y lo metimos al congelador. Todo volvió a la normalidad y mientras limpiábamos aquel desastre vimos cómo el bastón del anciano se transformaba en serpiente y huía hacia la calle.

La biblia sigue sobre la mesa, un extraño halo luminoso la envuelve y una niebla densa parece que se la traga, llevándosela hacia los confines de la historia.

El loco sigue en el congelador.


domingo, 19 de abril de 2009

RECUERDO


Manejábamos de noche, le pegamos a algo. Mi papá detuvo el carro y se bajó. -Quédate aquí, no mires, -me dijo, al tiempo que cerraba la pesada puerta del galaxy. Por supuesto que me asomé. El auto seguía andando y con las luces encendidas. Alcancé a ver dos cuerpos; el primero estaba tendido sobre el asfalto y tenía la cabeza abierta, el cerebro desparramado sobre un espejo denso de sangre, de un rojo tan profundo que la luz apenas se reflejaba. El otro quedó vivo y estaba en el fondo de un dique paralelo a la carretera. Papá arrastró el cadaver unos metros y lo arrojó hacia la maleza, después bajó al dique y subió al moribundo hasta el carro. Abrió la cajuela y lo echó dentro, entre maletas y una hielera. Emprendimos el camino y no cruzamos palabra en todo el camino. De vez en cuando sentía golpes provenientes de la cajuela y alcanzaba escuchar algún gemido. Entonces mi padre encendió el radio.

Llegamos a la ciudad. La avenida principal, completamente vacía, con sus postes de luz, iluminada de manera espectral, nos impulsaba a gran velocidad directo a casa, tragándose el rugido del motor, la música y los gritos.

Llegamos. Salió del auto, cerró la puerta tan suave como pudo, me sacó de mi asiento y me llevó directo a mi recámara. -Aquí te quedas, -sentenció, y cerró la puerta con seguro. Pero yo podía ver todo desde la pequeña ventana del baño. Abrió la cajuela, y lo vio a los ojos: el tipo escupía sangre, respiraba agitadamente y lo veía con ojos de misericordia y temor. Entonces papá sacó una bolsa de plástico, le cubrió la cabeza y lo asfixió. No tardó mucho en morir, ya no tenía fuerzas para luchar. Cerró de un golpe la cajuela y entró a la casa. Corrí a la cama y fingí dormir. Se asoma, respira fuerte, se va. Enciende el carro, puedo escuchar cómo se aleja. La noche es fría, la atmósfera clara, la calle desierta y apenas iluminada, se lo traga. Quiero dormir; cierro los ojos.

Escucho gritos.


jueves, 16 de abril de 2009

PLAGA


Hay un crucifijo reptando por el suelo. Se arrastra y hace ruidos. Le di alcance y le puse el pie encima. Apreté y roté el zapato hasta que escuché una serie de tronidos, como cuando apachurras una cucaracha. Un líquido amarillento salió expelido a gran velocidad, seguido de un grito espantoso.

Un pequeñísimo ser humano sale por debajo de las tablillas cruzadas, se arrastra, está mal herido. Pero yo no pienso jugármela: en un recipiente mezclo gasolina con aceite, lo vierto sobre el hombrecillo que repta a través de los mosaicos de la cocina e intenta escapar, le arrojo un fósforo encendido y contemplo cómo se consume en una gran llama de colores, dejando una estela de humo maloliente y negro. Mientras se retuerce, sus gritos quedan apagados por el humo y el calor intenso. Observo cómo se consume por completo, hasta que solo queda un montoncito de cenizas.

Cuando la plaga parece quedar controlada, un sonido crispa mi piel: más crucifijos bajan por las paredes.

Invaden la casa.


martes, 14 de abril de 2009

MALDICIONES 2


"Pero si no escuchas la voz del Señor, tu Dios, poniendo por obra todos sus preceptos y mandatos, irán viniendo sobre ti, hasta darte alcance, todas estas maldiciones:

Maldito seas en la ciudad, maldito seas en el campo.

Maldita tu cesta y tu artesa.

Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu suelo, las crías de tus reses y el parto de tus ovejas.

Maldito seas al entrar, maldito seas al salir.

Que el señor te mande la maldición, el pánico y la amenaza en todas las tareas que emprendas, hasta que seas exterminado, hasta que perezcas sin tardanza, por haberlo abandonado con tus malas obras.

Que el Señor te pegue la peste, hasta terminar contigo, en esa tierra donde vas para tomarla en posesión.

Que el Señor te hiera de tisis, calenturas y delirios; sequía, agostamiento y tizón; que te persigan hasta que perezcas.

Que el cielo sobre tu cabeza sea de bronce y la tierra bajo tus pies, de hierro.

Que el Señor te mande en vez de lluvia polvo, y haga bajar ceniza del cielo, hasta que seas exterminado.

Que el Señor te entregue ya vencido al enemigo; saldrás contra él por un camino y por siete caminos huirás; serás el espanto de todos los reinos de la tierra; será tu cadáver pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra, y no habrá quien las espante.

Que el Señor te hiera de viruela, tiña y sarna que no puedas curar.

Que el Señor te hiera de locura, ceguera y demencia; andarás a tientas a mediodía, como a tientas anda un ciego en su tiniebla. Fracasarás en todos tus caminos, te explotarán y te robarán mientras vivas, y no habrá quien te salve.

Te prometerás con una mujer y otro se la gozará; te edificarás una casa y no la habitarás; te plantarás una viña y no la venidimiarás.

Te matarán al buey ante tus ojos y no lo probarás; te robarán el asno y no te lo devolverán; entregarán tu rebaño al enemigo y no habrá quien te salve.

Serán entregados tus hijos e hijas a otro pueblo; tus ojos lo verán y se irán consumiendo por ellos, sin que puedas echarles una mano.

Un pueblo desconocido se comerá el fruto de tu suelo, tus fatigas; te verás solo, explotado y aplastado mientras vivas, hasta volverte loco por el espectáculo que han de contemplar tus ojos.

Que el Señor te hiera en las rodillas y en los muslos que no puedas curar, de la planta de los pies al cráneo.

Que el Señor te haga marchar a ti y al rey que te establezcas a una nación desconocida; allí darás culto a dioses extranjeros de piedra y leño. Serás el asombro, el refrán y la burla de todos los pueblos adonde te deporte el Señor, tu Dios.

Saldrás al campo cargado de semilla y cosecharás una miseria, porque te lo devorará la langosta.

Plantarás y cultivarás viñas, y no beberás ni almacenarás vinos, porque te lo comerá el gusano.

Tendrás olivos en todos tus terrenos, y no te unguirás con aceite, porque se te caerán las olivas.

Engendrarás hijos e hijas, y no serán para ti, porque marcharán al cautiverio.

De los árboles frutales de tu suelo se apoderarán los insectos.

El extranjero que viva entre los tuyos se alzará sobre ti, cada vez más arriba, y tu caerás, cada vez más abajo: el te prestará y tu no le podrás prestar; el será cabeza, y tú cola.

Sobre ti irán viniendo todas estas maldiciones; te perseguirán y te darán alcance hasta exterminarte, por no haber escuchado la voz del Señor, tu Dios, desobedeciendo los preceptos y mandatos que él te mandó, y ellas serán signo y prodigio contra ti tu descendencia para siempre".


Deuteronomio 28, 15-46

lunes, 13 de abril de 2009

MALDICIONES


"No te harás ídolos ni erigirás estelas ni colocarás relieves de piedra en tu país para postrarte ante ellos, porque yo soy el Señor, tu Dios"


"Si no me obedeces y no pones por obra todos mis preceptos, si rechazas mis leyes y detestas mis mandatos y rompes mi pacto, entonces yo te trataré así:

Despacharé contra tí el espanto, la tisis y la fiebre, que nublan los ojos y consumen la vida;

sembrarás en balde, pues tus enemigos se comerán la cosecha;

Me enfrentaré contigo y sucumbirás ante tus enemigos, tus contrarios te someterán y huirás sin que nadie te persiga.

Y si con todo esto no me obedeces, multiplicaré por siete mis escarmientos, por tus pecados.

Quebrantaré tu terca soberbia.

Convertiré tu cielo en hierro y en bronce la tierra.

Se agotarán en balde tus fuerzas.

Tus campos no darán su cosecha ni los árboles sus frutos.

Y si sigues obstinado en proceder en contra mía negándote a obedecerme, multiplicaré por siete mis golpes, por tus pecados.

Soltaré contra tí fieras salvajes que te dejarán sin hijos, destrozarán el ganado, te diezmarán, y asolaran los caminos.

Y si aún no escarmientas y procedes obstinadamente contra mí, también yo procederé obstinadamente contra tí, multiplicando por siete mis golpes, por tus pecados.

Esgrimiré contra tí la espada vengadora de mi pacto y te refugiarás en las ciudades.

Entonces te mandaré la peste y te rendirás ante tus enemigos.

Cuando te corte el sustento del pan, las mujeres cocerán pan en horno pero te lo darán tasado y comerás sin saciarte.

Y si aún así no me obedeces y te obstinas en actuar contra mí, yo seguiré obstinado en mi ira contra tí, multiplicando por siete mis escarmientos, por tus pecados.

Te comerás la carne de tus hijos y la de tus hijas.

Destruiré tus altozanos, destrozaré tus cipos, amontonaré tus cadáveres sobre tus ídolos y te detestaré.

Devastaré tus ciudades, asolaré tus satuarios, no me aplacarán tus inciensos.

Asolaré el país, y tus enemigos, sus ocupantes, se horrorizarán de él.

Te aventaré en medio de los pueblos y te peseguiré con la espada desenvainada.

Tus campos serán desolación y tus ciudades, ruinas.

A los que sobrevivan los haré acobardarse en país enemigo; alarmados por el rumor de hojas que vuelan, huirán como si fuera la espada y caerán sin que nadie los persiga.

Tropezarán unos con otros, como si de espada se tratara, si que nadie los persiga.

No podrás oponer resistencia a tus enemigos, perecerás en medio de los pueblos: el país enemigo te devorará.

Los que sobrevivan se pudrirán en país enemigo por su culpa y la de sus padres.

Confesarán su culpa y la de sus padres, de haberme sido infieles y haber procedido obstinadamente contra mí, por lo que también yo procedí obstinadamente contra ellos y los llevé a país enemigo, para ver si se doblegaba su corazón incircunciso y expiaban su culpa.


(Levítico 26, 14-38)

jueves, 9 de abril de 2009

MONSTRUO



















miércoles, 8 de abril de 2009

MASTURBACIÓN


(Marcial Maciel) reclutaba jovencitos para convertirlos en sacerdotes. Buscaba para su servicio sólo a los bonitos. Era un maniaco sexual. Siendo niño de 12 ó 13 años me llamó a dirección espiritual en Tlalpan, me hizo bajar los pantalones para poder dirigirme espiritualmente, tenía que ver cómo tenía el pene. En ese momento no me tocó, pero después se hicieron frecuentes los encuentros obligándome a que lo masturbara. Me sentía terrible por mi tendencia hacia las mujeres. Era muy repulsivo y degradante masturbarlo. Él los llamaba "masajes necesarios para redimir su enfermedad" y decía que el Papa le autorizaba a tener sexo con mujeres, pero amaba a tal grado la virtud de la pureza que prefería morir antes que mancharla. Yo tenía tan sólo 15 años.


Alejandro Espinoza


lunes, 6 de abril de 2009

GLOBO


En el corazón del desierto de Mongolia existe un templo donde se practica una religión extraña que evita que el mundo se destruya manteniendo un globo suspendido en el aire. Los monjes inflan un globo de látex con una mezcla de aire y helio, lo liberan en un jardín especial y entre varios lo golpean suavemente con sus cabezas para evitar que caiga al suelo del patio, mismo que está hecho con grava, vidrios y espículas de metal. Los monjes lo hacen descalzos y así se la pasan, día y noche, fatigados y con sus pies lacerados y sangrantes, observando que el globo se mantenga flotando. Si cae y estalla, el mundo se destruye instantáneamente.


sábado, 4 de abril de 2009

DOLLY PARTON

miércoles, 1 de abril de 2009

CONDICIÓN HUMANA (Eclesiástico 40)


Dios ha repartido una gran fatiga y un yugo pesado a los hijos de Adán.
Preocupaciones, temor de corazón y la espera angustiosa del día de la muerte.
¡Cuánto afán, ansiedad, temor, pavor mortal, pasión y riñas!
Y cuando se echa a descansar en la cama, el sueño nocturno lo turba, descansa un momento, apenas un instante, y lo agitan las pesadillas, aterrorizado por las visiones de su fantasía, como quien escapa huyendo de quien lo persigue, y cuando se ve libre, despierta y descubre que su terror no tenía objeto.
Peste y asesinatos, reyertas y puñales, ruina desastre hambre y muerte.
El que viene de la tierra vuelve a la tierra.