lunes, 22 de diciembre de 2008

FELIZ NAVIDAD

En esta navidad, les deseo que Satán llene sus corazones de odio y la pasen tan amargamente como las circunstancias y la imaginación lo permitan. Enfermedades, contrariedades, malos y álgidos ratos y una falta de perseverancia y mesura para estas fechas. Que el niño Dios nazca muerto y se pudra en tu corazón. Que la virgen por fín deje de serlo y que el espíritu santo se esfume de una vez por todas. Que el nazareno se baje finalmente de la cruz, se meta en un hoyo en la tierra, se descomponga y se vuelva tierra, como todos. Que Dios deje de serlo, se transforme en una galaxia mas y nos deje en paz.

NITRÓGENO

Hice un buche con nitrógeno líquido: se me rompió la boca.

domingo, 21 de diciembre de 2008

MARTE

El planeta Marte se está destruyendo. Una explosión en su núcleo generó una onda expansiva y ha fragmentado la corteza. Trozos del planeta se desprenden y viajan por el universo a gran velocidad.

sábado, 20 de diciembre de 2008

DETALLE

¿Se ha fijado en los gorros que usan los cocineros? Son cilíndricos y alaragados; parecen columnas griegas. Pues lo pongo al tanto: todos suponen que así son sus cabezas, porque es algo evidente y nadie lo cuestiona. Pero yo he descubierto que los cráneos de los cocineros son como los de cualquier otra persona. Lo noté un día en una cocina, cuando un chef se quitó el gorro para limpiarse el sudor y grande fue mi sopresa cuando mostró una cabeza humana común.

Es curioso, ya lo se, pero es cierto.

jueves, 18 de diciembre de 2008

CAPÍTULO XCII

"Y en aquella placeta tenían tantas cosas muy diabólicas de ver, de bocinas y trompetillas y navajones y muchos corazones de indios que habían quemado, con que sahumaban a aquellos sus ídolos, y todo cuajado de sangre. Tenían tanto, que los doy a la maldición; y como todo hedía a carnicería, no veíamos la hora de quitarnos de tal mal hedor y peor vista"

Bernal Díaz del Castillo, en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.

martes, 16 de diciembre de 2008

TELEVISIÓN

La encendí. Algo está pasando ahí dentro. Supongo que lo de todos los días. Solo dejo que ocurra y me entrego, sin condiciones. Qué me importa lo que transmitan: noticias programas anuncios telenovelas el clima caricaturas o la serie de acción, para mí todo es igual: una pantalla con sonidos e imágenes que cambian de color e intensidad y cuyo significado no me interesa. Después de un par de horas de esta terapia estúpida de figuras histéricas pegando de gritos, me harté. Creo haber tenido suficiente. Abrí el cajón de la mesita de cama, saqué un revolver y le disparé al televisor. La pantalla estalló liberando millares de diminutos vidrios, esparciéndolos por la atmósfera de la habitación. Lenguetas electrificadas siguieron al estallido, deshilándose, impactándose contra techo y paredes y dejando un pequeño punto quemado en el sitio de contacto. El ambiente tiene un aroma a electricidad y huele a quemado. Entonces, comenzó: una sustancia viscosa y plasmática sale de la pantalla y se vierte sobre la alfombra. Es iridescente y cambia constantemente de color. La masa avanza lentamente, ebulle: espículas se alzan y liberan pequeñas burbujas de gas nocivo mientras la estructura toda es impulsada por una corriente eléctrica en un movimiento ondulatorio y rítmico. Invade la habitación. Se desliza entre las patas de la mesita la silla la cama, se enrosca en ellas y sube. Lentamente. La sustancia hierve, eyecta fosfenos y la atmósfera resplandece. Alcanza el borde de la cama y disuelve la sábana. Me repliego. Respiro el gas, comienzo a entumirme, mis músculos se tensan y las articulaciones endurecen. Estoy mareado, toso, me duelen los pulmones, no hay forma de escapar. La masa está a punto de alcanzarme. Ya sube por la cama. Meto el cañón de la pistola en mi boca y mientras siento el cosquilleo de aquella sustancia tocando los dedos de mis pies jalo el gatillo.

viernes, 12 de diciembre de 2008

GLÓBULO ROJO

Hay un eritrocito durmiendo en mi cama. No lo creería usted pero ¡es enorme! Como del tamaño de una pelota de futból, incluso un poco más grande. Ya sabe usted como son: redondos, rechonchos y apachurrados en el centro. Parecen donas que no alcanzaron a formarse. La cosa es que aquella célula reposa en mi cama, sobre la almohada. Se mueve un poco. Como que quiere acomodarse, pero le cuesta trabajo. Encendí mi linterna de mano y la acerqué a su superficie: la piel es translúcida y muestra un líquido rojo intenso. Dentro hay corrientes que transportan materiales protéicos y minerales.

Es fascinante.

Pasé horas viéndolo.

Después de un rato, me aburrí.

Ahora estoy que me caigo de sueño y no se qué hacer, pues por más que le grito, le digo que se vaya, sarandeo la cama y estiro las sábanas, no se mueve. Apenas reacciona.

Lo siento pero no puedo dormir junto a un eritrocito gigante, no estoy preparado para eso.

Entonces tomé un picahielos y lo ponché.

Estalló.

La sangre está por todas partes, se está coagulando.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

CECINA CON CHILE POBLANO Y CEBOLLA

Chingado. Hoy cocinamos. Receta para hoy. Por los tres cojones del profeta que me quedó rebuena.

Introducción: La cecina es una carne de res delgada macerada con sal, cítricos y en algunos casos, especias, dejada unas horas al aire libre. La cecina huasteca, por ejemplo, tiene naranja agria y sal. Yo preparo la mía con naranja agria, pimienta y sal. Otros le untan ajo y otras cosas. El proceso intensifica el sabor de la carne y la hace ideal para botanas y como material para crear entradas.
Preparación: Cortar 800 grs de cecina en tiras delgadas. Cortar una cebolla gigante y tres chiles poblanos en juliana fina. Picar cuatro dientes de ajo. Picar finamente la ralladura de una naranja grande. Tener a la mano un cuarto de taza de vinagre y otro de mezcal.
Ejecución: freír rápidamente el ajo en grasa de pato y después la juliana de chile y cebolla y ablandar estos materiales, primero a todo fuego y luego bajar la intensidad y caramelizar. Una vez alcanzado este estado, aumentar la potencia otra vez y añadir vinagre de vino blanco o de cava y reducir hasta que casi se haya evaporado. Agregar la carne y la ralladura de naranja, un poco de orégano seco y después el mezcal y ver que se evapore.
Presentación y servicio: servir en un bol pequeño a mediano, sobre una cama de arroz blanco y decorar con rabo de cebolla rebanado en finas rodajas y yerbabuena fresca picada. Considérese como una entrada, ya que la cecina es salada y este platillo en particular maneja sabores pronunciados. Sírva con palitos chinos.
Vinos: ni puta idea. No estaba tomando vino cuando hice el plato.

FLOTAR

Naufragé. El barco hizo agua y se fue a pique. Me aferré a un salvavidas hasta que el cansancio me venció. Resignado, solté el artefacto y esperé el fatal desenlance. Pero después de un buen rato me di cuenta que no me hundía. Floté, sin ningún esfuerzo. Al zambullirme regresaba a la superficie. De todas maneras pensé que moriría, pues en menos de una semana la sed acabaría conmigo. Pero no fue así; desesperado, comencé a dar sorbos de agua y esperé terrible y dolorosa muerte. Pero nada ocurrió. Mi sed fue saciada y oriné como cualquiera. También tuve hambre, y así probé con toda suerte de cosas que hay en el mar; algas, plancton, peces pequeños y camarones: mantienen mi sistema digestivo ocupado.

Floto en el mar. Me dejo llevar por las corrientes. Me alimento de lo que encuentro y soy feliz.

No quiero volver a tierra.

martes, 9 de diciembre de 2008

GENTE

Voy caminando por el supermercado. Hay tanta gente. Unos caminan hacia acá, otros hacia allá y otros están ahí, viendo cosas, no se mueven.
A medida que avanzo, me van pegando enfermedades.

lunes, 8 de diciembre de 2008

SOY INDESTRUCTIBLE 1

Me amarré una viga de acero al cuello y me arrojé al mar. Llegué al fondo, y esperando morir asfixiado, descubrí algo notable: puedo extraer oxígeno del agua. Después esperé a ver si la presión me hacía estallar el cráneo, pues me encontraba a incomesurable profundidad, pero no ocurrió absolutamente nada. Aburrido, rompí con los dientes la cadena que me ataba a la viga, nadé hasta la superficie y alcancé la playa. Los pescadores de la localidad me recibieron con aplausos y gritos de júbilo.

domingo, 7 de diciembre de 2008

REGALO

Es un hermoso día.

¿Qué le voy a regalar al mundo hoy?

¿Una sonrisa?

¿Un bonito pensamiento?

¿Una reflexión importante?

¿Que tal sembrar un árbol?

No.

Nada de eso.

Te regalo, mundo, un rotundo, claro, contundente y certero

CHINGA TU MADRE.

viernes, 5 de diciembre de 2008

TACOS DE TROMPO


Soy cocinero. Hay quien supone que cocino en casa todos los días y tengo el refrigerador repleto de guisos de mi autoría. Esto, por supuesto, es una fantasía. Casi siempre cocino. Pero hay días que no lo hago. Tengo una debilidad por la comida callejera. Y entre esta, los tacos me doblan, someten y transforman en un zombi. Cerca de mi casa hay dos carritos de tacos. De regreso del restaurante, ya tarde, se me antojan. Hay noches que tengo tanta hambre, tanto antojo, y tantas ganas de llegar a casa con tacos de trompo, servirme una coca con ron, escuchar música y escribir. Nada como seguir tus impulsos: te hace pensar que realmente existe la libertad. En la foto: tres órdenes de tacos de trompo, aguacates, dos salsas comerciales, el ron con coca, un ipod con Silvio Rodriguez y un cuaderno moleskine que me regaló mi hermano. La pluma es Visconti. No recuerdo que relato cuento narración memoria comentario o simple garabato escribí en esa ocasión. Qué importa. La pasé tan bien.

POE

Saqué el tomo empolvado del estante. Llevaba años sin abrirlo. Al hojearlo, encontré la nota de compra. Lo recuerdo tan bien: fue el día de mi cumpleaños. Llevaba desde la primaria leyendo a Poe de manera disgregada; unos poemas aquí, un par de cuentos en alguna antología y una narración en un texto de literatura. El primer cuento que leí fue el barril de amontillado. Ejerce en mí una fascinación tremenda; establecí una conexión profunda con lo macabro y me obsesioné con el jerez -pasatiempos que aún conservo-. Ansiaba tener un tomo con toda su obra, en inglés, pero no había. Siempre me paseaba por las librerías, y cuando por fín encontré la recién publicada colección de historias, me latió el corazón. Alcancé el tomo de pasta dura, elegantemente impreso en letras doradas sobre fondo negro y lo abrí. Ahí estaban todas: la caída de la casa de Usher, el corazón revelador, el barríl de amontillado, los asesinatos de la calle morgue, el gato negro, Berenice. Cuentos que ya conocía y otros, la mayoría, cuya existencia ignoraba. La emoción es intensa. Me preguntaron, ¿quieres algo para tu cumpleaños? No vacilé: -quiero un libro y necesito dinero. Me dieron dinero. Lo suficiente como para pagar el libro. Regresé a la librería, que en ese tiempo se llamaba Castillo centro cultural; después se mutaría en Librerías Castillo y después en nada. La nota marca tres mil ochocientos pesos, está fechada con el cuatro de febrero de mil novecientos ochenta y cuatro. Acababa de cumplir quince años, recién entraba a la preparatoria, era un pirómano irrefrenable, un pésimo estudiante y por fín tengo en mis manos los cuentos completos de Edgar Allan Poe. Me pasé el resto del día leyendo. Cuando cayó la noche me envolví en una atmósfera que fue lenta y gradualmente generando un ambiente que nunca había experimentado. Comenzaron a aparecer criaturas, mezcla de mitos y deformaciones animales y humanas, ruidos, espectros, voces que salían de todas partes, vibraciones, objetos que se movían solos y dementes que tocaban puertas y ventanas, intentando entrar unos y salir otros. Combiné la experiencia literaria con un disco de Black Sabbath. Bien recuerdo la noche; fría, el cielo sin luna, nuboso, y el viento levantando las hojas en el jardín. Me dejé envolver por el miedo y me entregué por completo a la fantasía. Esa noche, la mejor de todas, aún no termina.



miércoles, 3 de diciembre de 2008

ABDÓMEN

Desperté con un curioso hormigueo a un lado de mi abdómen. Me tallé los ojos e intenté levantarme pero no pude. Siento un dolor extraño alrededor del hígado, por encima de los riñones. Enderezo el cuello y observo los dedos de los pies, al menos puedo moverlos. Pero al intentar girar el torso los músculos no responden y el dolor se intensifica. El hormigueo sobre la piel continúa. Tomo la taza de café frío que está sobre la mesita y lo bebo; sabe horrible pero tiene azúcar. Afuera está lloviendo, el día opaco y frío y no se escucha nada más que el golpeteo del agua sobre las láminas de la cochera y el viento sacudiendo los árboles de la entrada. Estiro el brazo y alcanzo con dificultad la lámpara y la enciendo. No soporto el hormigueo, la sensación es desesperante. Giro la cabeza, abro el cajón de la mesita y saco un pequeño espejo. Lo coloco a un costado de mi abdómen, inclino la vista y entonces lo veo: un pequeño agujero, con los bordes secos y descoloridos y la carne roída delimita un oscuro canal. Una procesión de hormigas entran y salen; sacan diminutos pedazos de mi cuerpo.

ROBERTO ESPONJA

lunes, 1 de diciembre de 2008

CALCETÍN

Siempre que llego a casa después del trabajo me desnudo en la sala; me quito zapatos calcetines camisa pantalones truza y camino despreocupado por la casa. Mi mujer me reprocha el dejar tirada la ropa por todas partes. Pero eso a mi me relaja. Andar sin ropa me hace sentir libre de tapujos y prohibiciones, tan fresco y ligero. Pero a ella le molesta. Hoy en la madrugada, se levantó por algo de tomar; bajó las escaleras y al caminar por la sala pisó un calcetín y se resbaló: cayó de espalda. Se rompió el cuello, está muerta. Estoy sentado en las escaleras, desnudo, contemplándola.